¿Por qué se llama la Iglesia de Cristo?
Nos llamamos la Iglesia de Cristo porque la iglesia pertenece a Cristo—¡Es su iglesia (“….edificaré mi iglesia…”—Mateo 16:18)! También éste es uno de los nombres usados en el Nuevo Testamento para identificar la iglesia (el cuerpo de creyentes) por la cual murió Jesús (“…Todas las iglesias de Cristo les mandan saludos.”—Romanos 16:16).
¿Qué o quién es nuestra autoridad?
Después de su resurrección y justo antes de ascender al cielo, Jesús declaró, “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18). También la Biblia nos enseña que Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo espiritual (Colosenses 1:18).Por eso no reconocemos otra autoridad aparte de Jesucristo. Buscamos su palabra y su voluntad en la Biblia, la cual usamos como nuestra guía máxima en cuanto a la vida espiritual. No tenemos otra doctrina creencias ni reglas aparte de lo que está escrito en la palabra de Dios.
¿Quién nos dirige?
La Iglesia de Cristo existe en todo el mundo. No hay casa matriz, sino que cada congregación es independiente en su operación y liderazgo. Según el modelo que se encuentra en el Nuevo Testamento, cada congregación se gobierna por un grupo de ancianos, hombres elegidos por la iglesia misma por su madurez espiritual y capacidad de liderar (I Timoteo 3:1-7, Tito 1:5-9)..
Es importante reconocer, sin embargo, que cada miembro de la iglesia es importantísimo por causa de su función única. Cada uno tiene habilidades y talentos dados por Dios (Romanos 12:4-8, Efesios 4:11-12), y en esta iglesia nos estimulamos a desarrollar estos dones para servir a los demás.
Nuestro Culto de Adoración
Al esforzarnos por ser la iglesia que Cristo quiere, miramos hacia la Biblia como nuestra guía e intentamos incorporar en nuestro Culto los elementos de adoración que practicaba la iglesia en el Nuevo Testamento. Los primeros cristianos nos proveen el único y el mejor modelo de lo que Jesús quiere que haga su iglesia.
Elementos de Nuestro Culto
1) El canto (Efesios 5.19-20)
2) La oración (Mateo 6.9-13; Colosenses 4.2)
3) El escuchar la Palabra de Dios (Colosenses 3.16; Santiago 1.21-22)
4) La Cena del Señor (1 Corintios 11.23-26)
5) La ofrenda (1 Corintios 16.1-2)